Benvinguda, primavera

Des d’Alpens, amb els meus millors desitjos per aquests dies de pertorbació i angoixa…

“Y la gente se quedó en casa. Y leyó libros, y escuchó, y descansó, e hizo ejercicio, y arte, y jugó y aprendió nuevas formas de ser, y se estuvo quieta. Y escuchó más profundamente. Algunos meditaban, algunos rezaban, algunos bailaban. Algunos se encontraron con sus sombras. Y comenzaron a pensar de manera diferente.

Y sanaron. Y en ausencia de personas que vivían en la ignorancia, peligrosas, sin sentido y sin corazón, la tierra comenzó a sanar.

Y cuando pasó el peligro, y la gente se unió de nuevo, lloraron sus pérdidas, tomaron nuevas decisiones, soñaron con nuevas imágenes y crearon nuevas formas de vivir y sanar la tierra por completo, ya que habían sido curadas”.

— Poema en prosa, obra de Kitty O’Meara 

Irene Vella, periodista italiana, afirma que l’obra de Kitty O’Meara està inspirada en el seu poema.
És aquest:

La primavera no lo sabía…

“Era el 11 de marzo de 2020,
las calles estaban vacías,
las tiendas cerradas,
la gente ya no salía.
Pero la primavera no lo sabía.

Y las flores seguían floreciendo,
y el sol brillando,
y las golondrinas volviendo,
y el cielo se coloreaba de rosa y de azul.

Por la mañana se amasaba el pan y se horneaban los bizcochos.
Oscurecia siempre más tarde
y por la mañana las luces entraban pronto a través de las ventanas.
Era el 11 de marzo de 2020,
y los jóvenes estudiaban conectados.

Y por la tarde la ineludible cita para jugar con las cartas.
Era el año en que solo podías salir de compras.
Después de un rato cerraron todo.
También las oficinas.
El ejército comenzaba a vigilar las salidas y las fronteras.
Porque ya no había más espacio para todos en los hospitales.
Y la gente se enfermaba.

Pero la primavera no lo sabía y los brotes seguían saliendo.
Era el 11 de marzo del 2020,
y todo el mundo estaba en cuarentena obligatoria.
Los abuelos, las familias y también los jóvenes.
Entonces el miedo se hizo real.
Y todos los días parecían iguales.
Pero la primavera no lo sabía y las rosas volvieron a florecer.
El placer de comer juntos fue descubierto otra vez.
De escribir dejando libre la imaginación.
De leer volando con la fantasía.
Hubo quien aprendio un nuevo idioma.

Quién comenzó a estudiar
y quién volvió a tomar el último examen que faltaba para la tesis.
Quien entendió que estaba amando de verdad separado de vida.
Quién dejó de hacer tratos con la ignorancia.
Quien cerró la oficina y abrió una taberna con solo ocho asientos.
Quien dejó a su novia para gritar al mundo su amor por su mejor amigo.
Hubo quien se convirtió en médico para ayudar a quien lo necesitara mañana.
Fue el año en el que se entendió la importancia del saludo y de los afectos.
El año en el que el mundo pareció pararse.
Y la economía desplomarse.
Pero la primavera no lo sabía y las flores dieron paso a los frutos.
Y entonces llegó el día de la liberación.
Estábamos viendo la tele y el primer ministro dijo redes unificadas
que la emergencia había terminado.
Y que el virus había pasado.
Que todos los italianos juntos habían ganado.
Y entonces salimos a la calle.
Con lagrimas en los ojos.
Sin mascarillas ni guantes. Abrazando a nuestro vecino.
Como si fuera nuestro hermano.
Y fué entonces que llegó el verano.
Porque la primavera no lo sabía. Y seguí estando allí.
A pesar de todo
A pesar del virus
A pesar del miedo
A pesar de la muerte
La primavera no lo sabía
Y enseñó a todos
La fuerza de la vida.”

Irene Vella – Irenevella.com