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Josep Cabrinetty i Cladera (Palma, Mallorca, 1822 - Alpens, 9 de juliol, 1873)
L’home que va necessitar quatre enterraments per poder descansar en pau.
“Acabo de pasar breves horas en el pequeño pueblo de Alpens —escriu Juan Basagaña, a El Diluvio—, que, no obstante sus escasos quinientos habitantes, va modernizándose y progresando paulatinamente merced a la honrada administración de sus autoridades, a la laboriosidad de sus moradores y a la atrayente simpatía que saben despertar a toda persona que posa su pie en él, redundando y traduciéndose tan bellas cualidades en beneficiosas reformas para el común de vecinos, que sosprenden y admiran al viajero, como el alumbrado público, el abastecimiento de aguas potables, la Casa Consistorial con las escuelas [edifici modernista construït per Josep Vall], las dos fábricas de telares mecánicos, el hermoso casino-teatro [inaugurat encara no feia dos mesos per Miquel Casals], las construcciones de nueva planta de estilo arquitectónico más en armonía con nuestra época y otras mejoras importantes.
Fue Alpens la cuna de mi madre y mis abuelos maternos, en la que estos dejaron un pequeño patrimonio, y, como cada vez que voy a verlo, no he sabido tampoco esta ausentarme de la población sin antes visitar el lugar donde cayó traidora y mortalmente herido el heroico brigadier don José Cabrinetty, durante la última guerra civil. Me atrae hacia allí el recuerdo de un hecho ignorado a que dio motivo la muerte del pundonoroso militar, del que fueron principales protagonistas antepasados míos, según he oído relatar cientos de veces, como se verá por la narración que del mismo voy a hacer.
Por aquellos tiempos mi abuelo materno Juan Godeol Rosell era el maestro de instrucción de Santa María de Besora. […] Expulsado de Besora, refugiándose mi abuelo en esta libérrima villa de Ripoll, […] y dedicándose a la enseñanza particular y privada.
Así pasó una temporada, gozando de relativa calma y tranquilidad, que le vino a turbar la noticia del fuego de Alpens (Batalla d’Alpens, 9 de juliol de 1873) con la muerte de Cabrinetty, por el que sentía gran admiración.
Disgustado por ello y por la suerte que podían haber corrido su padre y hermanos, cuyo único varón, José (Godeol Rosell), desempeñaba accidentalmente la Alcaldía de Alpens por ausencia del propietario, no se da sosiego y, decidido, acude presto al teatro del sangriento y funesto choque. Encuentra salvos sus deudos, pero a la población, en general, consternada. […]
Efectivamente: tal como había previsto el abuelo, el cadáver del valeroso Cabrinetty fue reclamado a los pocos días y trasladado a Barcelona (amb parada a Vic i Granollers) para recibir sepultura —per tercera vegada, el 24 de juliol de 1873. ⇒ Vegem l’article de La Imprenta del dia 25 de juliol.
La muerte de Cabrinetty —conclou Basagaña— dio nombre al pueblo de Alpens con la mala fama de que habían sido sus habitantes los que le asesinaron a mansalva, cuando lo cierto es que salvaron muchas vidas de soldados desbandados. […]
Sobre el pétreo piso de la hoy (25 de novembre de 1928) calle del Graell de Alpens existe labrada una tosca cruz señalando y recordando el lugar donde encontró la muerte el infortunado Cabrinetty… Y ante ella he pensado muchas veces que Alpens podría vindicarse de la fea mancha con que se mancilla su nombre, erigiendo un sencillo monumento […]”
Cosa que vam fer l’any 1998, en motiu del 125è aniversari de la seva mort.
Signa l’article, a Ripoll, Joan Basagaña Godeol, net del germà del qui havia estat l’alcalde accidental d’Alpens, al juliol de 1873.
⇒ Vegem l’edició d’El Diluvio del 25 de novembre de 1928: “Alpens, Cabrinetty y mi abuelo”, es titulava.
Posteriorment, el cadàver tornaria a ser reclamat per la família i enviat a Palma (Mallorca), on seria enterrat per quarta vegada i podria, finalment, descansar en pau. ⇒ Vegem la tesi doctoral: Didàctica del patrimoni. Camps de batalla a la Tercera Guerra Carlina, d’Ismael Almazán Fernández, llicenciat en Geografia i Història, p. 381.